El año que termina ha sido, sin duda alguna, un año de cambios para mí. Un año en el que decidí volver a casa tras una larga estancia en el extranjero, un año en el que he aprendido mucho tanto a nivel profesional como personal, cuyas enseñanzas siguen resonando en mi cabeza y que posiblemente traigan ecos a lo largo de 2025. En cualquier caso, siempre resulta interesante pegar un vistazo atrás y ver qué cosas puedo recomendar. Empecemos con las series:
Shogun

Genial adaptación de la novela de James Clavell (que recomiendo encarecidamente, por cierto). Narra la historia de un piloto inglés que naufraga en el japón feudal de finales del siglo XVI, lleno de intrigas por parte de los distintos clanes de la zona, sumados a los intereses comerciales europeos en la región. La serie brilla especialmente en su aspecto visual, pero el resto de apartados no se quedan nada lejos: una banda sonora impecable, buenos diálogos, un casting excepcional, una trama cautivadora y personajes con una infinidad de matices. Me gustó especialmente lo cuidado que está todo el tema de la interpretación y la traducción entre personas que tienen visiones del mundo tan distintas como sus lenguas maternas.
The Bear (temporada 3)

Otro año más en el top (y van tres). Me quedé con muchas ganas de más, ya que ese final de temporada me resultó bastante anti climático. Al igual que con la segunda temporada, cuando la historia se toma un respiro y te regala un capítulo entero que trata sobre uno de los personajes… ¿secundarios? (si es que se puede considerar a Tina como secundaria), es imposible no quedar enamorado para siempre de esta serie. Con muchas ganas de que cierren el círculo en 2025.
Y seguimos con videojuegos, que gracias a la Steam Deck han tomado un papel protagonista en mis horas de ocio (lo que le gusta a uno jugar tumbado, que queréis que os diga).
Balatro

El roguelike que más he jugado en los últimos años. Recomendado si te gusta el póker, pero también si no has jugado nunca en tu vida. Posiblemente te encante si te gustan los roguelikes, pero también si te dan un poco igual. ¿Mecánicamente? magistral, ¿gamefeel? le sobra por todas partes. Una obra maestra que, como si nada, se ha colado en el Olimpo del género, donde hasta ahora solo había hueco para Slay the Spire (ojo, que viene segunda parte en 2025). Creo que nos vamos a cansar de ver derivados durante los próximos años. Derivados que no creo que juegue porque, tras más de cien horas en 2024, todavía sigo volviendo a intentar romper todas las reglas de Balatro. Te tengo en el punto de mira, Completionist+.
Neva

Segundo juego de la gente de Nomada Studio, los creadores del maravilloso Gris. Neva es algo nuevo, pero en los primeros minutos te das cuenta de que no reniega de sus raíces y bebe sin miramientos de su predecesor (lo cual me parece genial, ya que Gris es de los mejores títulos que he jugado en la última década). Evoluciona ligeramente a nivel mecánico con respecto a lo que vimos en Gris al introducir combates, pero mantiene todos los puntos fueres de Gris: una belleza visual que abruma por momentos, una banda sonora impecable y una historia enternecedora. Lo mejor, como siempre, el poso que te deja una vez terminas la partida. Esperando ya al siguiente título del estudio.
Elden Ring: Shadow of the Erdtree

Desde hace mucho tiempo una idea me ronda por la cabeza en lo referente a los videojuegos que más suelo disfrutar y cómo estos han ido desplazando a otros medios artísticos como el cine con el paso de los años (un buen observador puede apreciar que los recopilatorios anteriores tenían películas, pero esta vez esa categoría ha quedado huérfana). Por una parte están los juegos que disfruto desde un punto de vista puramente mecánico, juegos en los que puedo poner mi cabeza en piloto automático y desconectar del mundo alrededor (Balatro, del que he hablado hace unas pocas líneas, entraría dentro de esa categoría). Otros me enganchan con una buena historia que tiene algo interesante que contarme (Neva, sin ir más lejos). Sin embargo, hay una tercera categoría que suele ser la que más me atrapa: los juegos que te introducen en un mundo totalmente nuevo, un mundo construido ex profeso para recibir a un jugador que es totalmente irrelevante en ese universo (al menos de primeras), un mundo al que no le importas nada en absoluto, porque tiene su propia geografía, historia y civilizaciones que llevan habitando ese lugar desde mucho antes de que tú llegases al escenario. Esa magia, que en mi caso nace del misterio de descubrir lo desconocido, es la que creo que ha perdido el cine en las últimas décadas. Elden Ring fue un ejemplo magistral de ese tipo de obras, donde tomas el control de un don nadie para ir descifrando poco a poco todos los detalles de una historia cuyos engranajes empezaron a rodar hace siglos, todo gracias a ir juntando las escasas piezas que vas encontrando en tu camino. La mezcla de elementos que consiguen esa inmersión definitiva es tremendamente compleja de conseguir, ya que el equilibrio entre misterio, narrativa, exploración y combate es algo que está al alcance de muy pocos creadores. Shadow of the Erdtree ha sido una expansión, en mi humilde opinión, impecable. Visualmente maravillosa, con escenarios que quitan el hipo, ofreciendo una banda sonora que te pone la piel de gallina (tomad unos cuantos ejemplos) y manteniendo una jugabilidad exquisita. From Software me dio la oportunidad no sólo de volver a perderme por las Tierras Intermedias y encontrar nuevos secretos que nunca antes había descubierto, sino de embarcarme en una nueva aventura en las Tierras Sombrías, conectando los puntos de una historia épica que, si bien cada vez tengo más clara, todavía deja huecos que mi imaginación puede rellenar.
Fallout: New Vegas

Otro ejemplo increíble de creación de mundo. Sin duda alguna el mejor Fallout moderno, y a falta de rejugarme los dos originales (creo que caerán a lo largo de 2025), posiblemente mi título favorito de la saga. Unas facciones súper interesantes, una historia que engancha y da soporte a varias de las misiones secundarias que más he disfrutado nunca. La guerra nunca cambia, pero sus cicatrices sobre Nevada son, sin duda, únicas.
Deathbulge: Battle of the Bands

Quien me iba a decir que el genio detrás de Deathbulge, posiblemente el webcomic que más he disfrutado y del que todavía me sigo acordando de vez en cuando (sin ir más lejos, cada vez que veo un calendario de adviento), iba a devolverme la fe en los juegos jRPG. Odio los combates por turnos, pero este juego me ha demostrado que es posible conseguir que sean tremendamente divertidos. A todo eso hay que sumarle una historia hilarante marca de la casa, con un humor totalmente desenfadado, una banda sonora sublime y un estilo artístico súper original. Ah, y todo en menos de veinte horas, cosa que se agradece (sí, estoy pensando en ti, Octopath Traveller II).
Backpack Battles

Según mi Steam Replay, Backpack Battles es el juego al que más horas le he dedicado este año (y la estimación es conservadora, porque empecé a jugar en su versión alfa cuando todavía estaba en itch.io). Al igual que Balatro, es un juego perfecto para desconectar, con la dosis exacta de planificación/concentración pero sin llegar a ser estresante y que permite jugar partidas de duración bastante corta. La mezcla perfecta de autobattler con gestión de inventario y una pizca de Tetris. Un juego al que no paro de volver sin darme cuenta con la idea de probar estrategias distintas, y creo que la cosa no va a cambiar en 2025 cuando salga su versión 1.0.
A lo largo del año, cuando no he estado tirado en el sofá o en la cama, he disfrutado como un niño con estos libros, que consiguieron llevar mi cabeza mundos muy lejanos al mismo tiempo que aprendía cosas sobre los seres que habitan el nuestro.
A Fire Upon the Deep & A Deepness in the Sky

Menuda introducción a la obra de Vernor Vinge, un autor que ha pasado a formar parte de mis favoritos sin lugar a dudas. Dos obras que abarcan decenas de siglos en el tiempo y años luz en el espacio, con una serie de personajes inolvidables y una imaginación imposible de contener en estas líneas. Dejé mis reseñas en esta web a medida que los iba leyendo, pero por si todavía hace falta algo más para que te animes a darles una oportunidad, esta saga contiene los mejores villanos que he leído en décadas: los emergentes y su foco en A Deepness in the Sky, una sociedad que podría estudiarse junto a las que presentan las grandes distopías de la ciencia ficción (1984 y Un Mundo Feliz) sin temor a quedar en evidencia en cuanto a relevancia. Por otra parte, los Tines de A Fire Upon the Deep son, posiblemente, la mejor representación de una raza alienígena que he leído nunca. Una delicia de obras a las que me gustaría volver a lo largo de 2025, quien sabe si en formato podcast… y si no, siempre me quedarán el resto de novelas de Vinge.
An Immense World: How Animal Senses Reveal the Hidden Realms Around Us

Parar un poco y recapacitar sobre como el resto del reino animal percibe el mundo es, sin duda, una cosa muy interesante. En los tiempos que corren, en los que la sociedad tiende en demasía a preocuparse única y exclusivamente en los asuntos que le tocan de cerca, ser capaz de ver a través de otros ojos (u orejas, antenas, narices y otra larga lista de órganos sensoriales) es una herramienta maravillosa para recapacitar sobre el lugar que ocupamos en este planeta. Siempre me ha hecho gracia cuando magnates multimillonarios sueltan bravatas sobre la exploración espacial y la conquista de otros mundos, cuando ni siquiera comprendemos el suelo que pisamos o los océanos que cubren gran parte de nuestro maltrecho globo. En este libro, Ed Yong consigue, de manera muy elegante, comunicar las maravillas sensoriales que pueblan nuestros ecosistemas, junto con las historias de los investigadores que dedican su vida a comprender el reino animal, en muchos casos con el fin último de mejorar tanto su condición (ya que es imposible respetar lo que no se comprende) como la nuestra.
Solaris

Una novela cuya simpleza oculta, de manera brillante, una complejidad casi infinita. Suele decirse que no hay dos personas que miren un cuadro y vean la misma obra, y en el caso de Solaris me atrevería a decir que no hay dos personas que lean sus líneas e interpreten su significado de la misma manera. Un gran ejemplo de lo que, en mi humilde opinión, es el núcleo fundamental de la literatura de ciencia ficción: un punto de partida sobre el que hacernos reflexionar sobre la naturaleza del ser humano y nuestro lugar en el universo; sobre nuestras acciones, sus consecuencias y nuestras limitaciones. Todo eso y mucho más es Solaris.
Microbe Hunters

Una ventana a un período histórico en la ciencia moderna: el descubrimiento de los microbios y los primeros pasos en el mundo de la bacteriología. Seguir los pasos de Pasteur, Koch, o Behring y entender que, sin su trabajo, es muy probable que no estuviéramos aquí escribiendo (o leyendo) estas líneas es algo tremendamente impactante y enriquecedor.
Soy Leyenda

Una pequeña gema. Una novela de vampiros (si bien parecen más zombis que vampiros) que consigue hablar sobre la naturaleza del ser humano, sobre lo que es normal y lo que no (que no deja de ser cuestión de puntos de vista y mayorías), y sobre los efectos que tiene sobre el hombre el no saber evolucionar y aceptar las nuevas normalidades que surgen con el paso del tiempo. Quizás nunca dejó de estar de actualidad, pero es imposible no ver la resonancia de muchas de sus ideas con la época en la que vivimos.
Y ahora un poco de la música que más ha sonado en mi móvil este año, principalmente en esas salidas mañaneras a correr por las orillas del Sena o por las rondas de Castellón, pero también en las jornadas interminables en el laboratorio.
Lane 8 Spring 2024 Mixtape (DJ Mix) – Lane 8 (Canción favorita: https://www.youtube.com/watch?v=X6IgppEPuq4&t=2668s)
RKS – Rainbow Kitten Surprise (Canción favorita: Lady Lie)
Dwarf Fortress OST – Dabu (Canción favorita: Vile Force of Darkness)
From Zero – Linkin Park (Canción favorita: Cut the Bridge)
New Levels New Devils – Polyphia (Canción favorita: Rich Kids, feat. Yvette Young)
Y el bonus track, mi canción más escuchada del año (es imposible que esta no me ponga andar por las mañanas, por poco que haya dormido o tenga cero ganas de salir de casa): Unexpectancy, Pt. 3 – Mr. Sauceman
Y antes de marcharme, no quería dejar de recomendar algún episodio del podcast. Si bien este año ha sido complicado grabar (creo que todos los integrantes hemos sufrido muchos vaivenes, lo cual, sumado a lo complejo que resulta compaginar nuestros horarios, ha resultado en parones tremendamente largos… pero bueno, al menos esa creatividad almacenada ha brotado por el blog con entradas como La quinta columna o En busca de la magia perdida), el podcast ha ido evolucionando en una dirección que personalmente me encanta, centrándonos siempre en obras que contienen algo que nos llama la atención y da pie a reflexionar (como comentaba en las líneas previas, uno de los puntos que más me atraen del género de la ciencia ficción). Creo que los mejores exponentes de esa dinámica fueron los episodios de La Pradera de Ray Bradbury y la novela y adaptación al cine de Soy Leyenda, de Richard Matheson.
Y esto ha sido todo lo reseñable en 2024. Para el año que viene tengo muchas ganas de ver cómo sale la segunda temporada de The Last of Us, de bucear en Caves of Qud, Sekiro y los primeros Fallout, de seguir con Vernor Vinge, de llevar por fin El juego de Ender al podcast, de terminar el primer ciclo del Archivo de las Tormentas (que no ha dado tiempo a incluir en este recap por muy poquito…) y muchas otras cosas que iré comentando (o no) por estos lares. Un abrazo y… ¡feliz año!
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