El Cuento de la Criada – Margaret Atwood (1985)

Típico libro que me leí en el instituto y no me dijo mucho (imagínate cómo estaban las cosas por aquel entonces, que me pasó lo mismo con Un Mundo Feliz; 1984; El Señor de las Moscas y algún que otro clásico más), pero que ha ido ganando enteros con cada relectura (y van ya unas cuantas). Hace tiempo alguien me dijo que los buenos libros no se terminan nunca, porque cada vez que los vuelves a leer, o bien los interpretas de manera distinta, o bien encuentras cosas que no te llamaron la atención anteriormente. Y cada vez estoy más de acuerdo con esa afirmación. Es imposible que mi yo adolescente (varón, viviendo en España en los primeros años del siglo XXI) pudiera comprender del todo que los eventos que sufre Defred están mucho más cerca del género de la crónica histórica que de una novela distópica. Muchos pasajes de este cuento los vemos a diario en las noticias y, lamentablemente, parece que algunos de las partes de la historia que parecían más inverosímiles han ido convirtiéndose en reales con el paso de los años.

Por si hay algún despistado, la novela recoge una serie de testimonios / entradas de diario narradas por una criada (Defred) atrapada en la república de Gilead, una sociedad en la que la natalidad se ha desplomado totalmente por culpa de la infertilidad generalizada. Gilead es gobernada por una élite masculina que esclaviza a las mujeres a través de la religión, dividiéndolas en diversas castas según su cometido. Defred y todas las criadas son simplemente objetos, cuyo único valor son los ovarios que contienen, y cuya única finalidad es la de proveer de hijos a las familias de las clases altas. Atwood entreteje de manera brillante escenas del día a día de Defred en Gilead con sus recuerdos de los últimos días del régimen anterior y su caída de manera gradual. Esos pasajes me parecen los más brillantes de la obra, ya que cuentan con pelos y señales el desmoronamiento de un estado de derecho, y es imposible no ver las similitudes con los tiempos que corren. Cómo una pequeña élite crea una narrativa de la nada, sembrando el miedo y la discordia entre los ciudadanos, que quedan indefensos y paralizados por algo que no terminan de comprender. Cómo puede utilizarse a una minoría indefensa para legitimar un discurso basado en mentiras. Cómo el miedo puede utilizarse como herramienta de manipulación, y cómo una mitad de la sociedad estaría dispuesta a dejar caer a la otra, bien sea por incredulidad de ver lo que está pasando o porque piensan que a ellos no va a afectarles el cambio. Cómo todo buen régimen tiene que ir de la mano de una religión potente, capaz de permear todos los aspectos del día a día y adoctrinar a los ciudadanos. Resulta realmente espeluznante además que, si bien en los 80 o los 90 muchos de estos capítulos te llevarían a pensar en ciertos países de Oriente Medio, a día de hoy me han recordado a las noticias que veo sobre los Estados Unidos (sobretodo en temas de derechos sobre el aborto) o en muchos países europeos, incluido España (por ejemplo en lo referente a la gestación subrogada).

Tengo que destacar también la crudeza con la que la autora narra algunos capítulos, sobretodo los que te ponen de frente con las situaciones en las que Defred es utilizada (en todos los sentidos de la palabra) por su comandante, la esposa del mismo, o las Martas. Creo que es importante ponerte en su piel, especialmente siendo un hombre, y leer sin ningún tipo de edulcoración sobre ciertos comportamientos que mucha gente está sufriendo actualmente.

En resumen, una obra inmensa. Muy bien escrita, llena de matices, tremendamente cruda y que incita a la reflexión. Vamos, los elementos que definen a una gran obra de ciencia ficción.

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