¿Cómo te sentirías si, después de morir, volvieras a la vida un tiempo después, resurgiendo de una crisálida formada a partir de tus restos? Una y otra vez, durante más de 80.000 años. Recordando todas y cada una de tus ¿muertes? Recordando todas y cada una de tus ¿vidas? Recordando todo. Bueno, todo salvo los lapsos de tiempo donde pierdes el control y entras en una vorágine de violencia sin igual.
Esta es la premisa de el libro de otro lugar, una obra escrita por China Miéville e ideada por Keanu Reeves, entiendo que basándose en el universo que este último creó para los cómics BRZRKR (o eso me ha parecido entender viendo su sinopsis). La verdad es que la historia en sí no tiene mucho más: un tipo aparentemente inmortal, un guerrero definitivo que recuerda a los personajes de Los Inmortales, colabora con una agencia secreta gubernamental llevando a cabo el tipo de misiones tan peligrosas que nadie más es capaz de realizar. Trabaja con ellos aún a sabiendas de que estos no paran de investigarle, probablemente con el fin de aprender de su inmortalidad y recrear sus poderes en sus propios soldados, a cambio de que estos le ayuden a conseguir cualquier información sobre si mismo.
La novela es algo difícil de clasificar. Por una parte es una historia de acción al estilo del cine protagonizado por Reeves (de hecho resulta bastante difícil no imaginarte a B, el protagonista, con la cara del actor). Pero también es una exploración interesante de cómo afectaría a la psique humana el hecho de ser inmortal. El protagonista lleva miles de años buscándose a sí mismo, intentando comprender quien es y cuál es el sentido de su existencia sin aparente éxito. También tiene su punto de thriller militar/policiaco, mezclado con temas más mitológicos, políticos y sociales. Miéville es un buen escritor, y la verdad es que entre ese mar de tiros y explosiones (cabe apuntar que escribir ese tipo de escenas no me parece su fuerte) introduce pasajes que me gustaron mucho. Bucear en la mente de B, en cómo ve el tiempo y entiende los rituales más mundanos de maneras muy diferentes a los mortales, fue uno de los puntos que más disfruté al leer el libro. Recuerdo un fragmento en el que habla sobre escuchar música en un tocadiscos, poniendo el vinilo y ajustando la aguja, a pesar de que el sonido es claramente inferior al que podría obtener con un aparato de última generación:
[…] me interesa menos la calidad del sonido, por real que sea, que la lentitud. El ritual. El uso de las manos. No odio la tecnología. Si tuviera tan poco tiempo como vosotros, también me centraría en el flujo de trabajo y la conveniencia. Pero la esencia de lo conveniente es erradicar el viaje hasta el telos. Teniendo en cuenta mi situación, ¿qué sentido tiene eso? Quieres acumular todos los teloi que puedas… […]
esta claro que Miéville se lo ha pasado bien escribiendo el libro de otro lugar. Se ha puesto a jugar en el universo creado por Reeves, introduciendo los temas que él ha creído convenientes tal y como le ha venido en gana. Y eso hace de esta obra, que podría haber pasado sin pena ni gloria como una fantasía de poder más, algo bastante único. Un batiburrillo inclasificable, que no creo que deje a nadie indiferente. Bastante caótico por momentos, todo sea dicho, pero con algunas luces que destacan entre sus sombras. Un libro que, lo veas en la sección que sea en una librería, parecerá fuera de lugar. Y eso no se encuentra todos los días.

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