Los verdaderos motivos por los que Apple ha cancelado su coche autónomo

Hace unas horas, el mundo se ha puesto patas arriba debido a ciertas informaciones que han salido a la luz referentes a la cancelación por parte de Apple de su proyecto de construir un coche eléctrico autónomo. Las redes han ardido al enterarse del final de un proyecto del que ni siquiera estaban al tanto, y muchísima gente ha comenzado a teorizar sobre las causas de este estrepitoso fracaso por parte de la gran manzana. Si bien hasta la fecha Apple no ha emitido ningún comunicado, he tirado un poco del hilo y, tras charlar con varios de mis contactos, estoy en disposición de dar las claves sobre todo el proceso.

Apple comenzó a trabajar en su automóvil a comienzos de 2009, poco tiempo después de lanzar sus sistemas operativos iOS e iPadOS, que incluían la gallina de los huevos de oro: la App Store. En un movimiento empresarial sin precedentes, Apple convenció a todos los desarrolladores de software del mundo de que estos les cediesen un 30% del total de sus beneficios a cambio de nada, lo cual ha permitido a la compañía alzarse al Olimpo empresarial durante la última década. Steve Jobs, un visionario en lo suyo, en seguida se dio cuenta de que si era posible engañar a los desarrolladores de software, gente con estudios universitarios y supuestamente con dos dedos de frente, era el momento de empezar a soñar a lo grande y comenzar a cobrar una tasa del 30% a todo hijo de vecino. Así fue como concibió la idea de construir un coche autónomo, un coche que todo el mundo podría utilizar para ir a trabajar, a hacer la compra, a pasar el fin de semana a la playa y cualquier otra actividad imaginable. A cambio de este sinfín de posibilidades habilitadas por la novedosa tecnología de Apple, nunca antes vista, el mundo sólo tendría que pagar un pequeño precio: un 30% de los beneficios.

Así pues, Jobs armó un pequeño grupo de trabajo con sus mejores ingenieros y diseñadores, expertos en automoción que habían estado trabajando hasta la fecha construyendo un navegador de internet, ordenadores portátiles y reproductores de música. En los primeros años de vida del proyecto los avances fueron fulgurantes, con intensos debates sobre cuantas ruedas debería tener el vehículo, qué color sería mejor para el coche (blanco o negro) y cuál sería la forma más aerodinámica en base a criterios puramente estéticos. Todo parecía ir viento en popa, pero tras la muerte de Steve en 2011 el proyecto empezó a zozobrar. La nueva dirección, tras una extensa auditoría, decidió que una idea de tal calibre no podía desarrollarse con un grupo tan pequeño de personas, y comenzó a añadir a más y más expertos en el diseño de automóviles de entre los trabajadores de la compañía. En todo este proceso, sin una visión global capaz de dirigir los esfuerzos de los trabajadores, comenzaron a aparecer distintas tensiones que acabarían en el abandono que hemos conocido en el día de hoy. Si bien es imposible conocer todos los detalles, los puntos más polémicos pueden dividirse en dos grupos: conflictos de interés comercial con terceros y fallos de diseño que afectan a la experiencia de usuario.

Según varias fuentes, Apple ha tenido muchísimos problemas durante más de una década en convencer a las grandes superficies (Mercadona, Carrefour, El Corte Inglés) de que les cedan un 30% de sus beneficios pese a la insistencia por parte de los de Cupertino en que ninguna persona compraría sus productos de no ser capaces de ir a sus superficies en el Apple Car. Sin embargo, este problema resultó siendo minúsculo en comparación con los problemas de usabilidad reportados por los beta testers a lo largo de más de una década de diseño. Tal y como comenta una de las personas involucradas en el proyecto, el constante flujo de desarrolladores provenientes de otras áreas de la compañía fue dejando su impronta en las sucesivas versiones del vehículo. Así fue como, por ejemplo, se decidió que el puerto de carga se colocaría en los bajos del vehículo, y que para recargarlo sería necesario darle la vuelta y utilizar un cable con conector de 13 pines. Este cable, imposible de conectar a un enchufe convencional y que se rompía a la tercera utilización si lo doblabas más de un segundo de arco, tampoco ofrecía la posibilidad de utilizar carga rápida. En otra etapa de desarrollo, los mecánicos propusieron un novedoso sistema de suspensión, basado en un mecanismo que imitaba las alas de una mariposa. Este prometía lograr muchas ganancias aerodinámicas, pero también acabó siendo descartado por su bajo rendimiento en condiciones reales. Otro de los puntos conflictivos fue la capacidad de almacenamiento del maletero. El equipo de ingenieros propuso sacar dos modelos distintos a la venta, un Apple Car con un maletero con capacidad de 32 litros, y un Apple Car Pro con capacidad de 2 teralitros. Además, el diseño avant-garde característico de la compañía también introdujo serios problemas de usabilidad. Según varias fuentes, en un punto del desarrollo era imposible arrancar el coche, ya que los diseñadores eliminaron todos los botones físicos de la cabina de conducción. Durante unos meses incluso era imposible entrar o salir del mismo, ya que se eliminaron todos los puertos de entrada del vehículo. En un intento de convencer a los aficionados del mundo del automóvil, la dirección dio luz verde al desarrollo de accesorios para su futuro coche autónomo, pero estos tampoco terminaron de cuajar. Una funda protectora, con el objetivo de evitar desperfectos y/o suciedad causados por el clima cuando el coche se aparcase en la calle, recibió críticas muy negativas porque sólo cubría un 40% del vehículo. Además, esta funda era la única manera de apagar por completo el coche. En un segundo intento, el equipo de electrónica propuso una segunda funda que incorporaba una batería extra con el objetivo de aumentar la autonomía del vehículo, pero esta era tan grande que dificultaba conseguir una plaza de aparcamiento.

A estos problemas se le sumaron varias dificultades con el software y hardware de navegación. En una etapa del desarrollo los ingenieros se dieron cuenta de que se perdía la señal de GPS cuando una persona se acercaba al vehículo. Las cámaras que utilizaban para sortear el tráfico no funcionaban de noche, lo cual limitaba el uso del vehículo a las horas de luz natural. Esto, sumado a la imposibilidad de hacer entender a Siri el lugar de destino en la mayoría de ocasiones y la dificultad de trazar una ruta de navegación por medio de Apple Maps cuando el asistente no te llevaba a donde le salía de las narices, fueron los últimos clavos en el ataúd del último gran proyecto que quedaba en la empresa iniciado por Steve Jobs.

Por lo que he podido saber, todos los rumores apuntan a que Apple recolocará a sus expertos en el diseño de coches en el departamento de inteligencia artificial, del cual esperan tener grandes noticias en un futuro no muy lejano.


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