Solaris

¿Cómo describirías un océano? Podrías comenzar por su color: ¿azul?, ¿azul marino?, ¿turquesa?, ¿verde?, ¿violeta quizás? ¿y qué tal anaranjado o rojo? Bueno, igual es complejo de explicar el hecho de que según la hora y el lugar, su color pueda ser totalmente distinto. Sería posible pues, enfocar esa descripción bajo un punto de vista más biológico: es la cuna de la vida animal en nuestro planeta, el lugar común del que todos venimos. Sin embargo, también es un lugar peligroso e imprevisible, capaz de matar al más preparado en un momento de distracción. Si saltamos a la física, se podría decir que un océano es una masa de agua líquida, transparente, que cubre una gran parte de la superficie terrestre. Pero, al mismo tiempo, sus profundidades son inescrutables y extrañas para nosotros… Cualquiera de las anteriores descripciones presenta ciertas contradicciones, y cada persona tenderá a ofrecer una totalmente diferente. ¿Cómo puede ser algo azul y verde al mismo tiempo? ¿Cómo es posible ser a la vez cuna de la vida y verdugo? El origen de esta aparente paradoja proviene de una capacidad única de los océanos, una capacidad que, si bien tiene una explicación fundamental muy sencilla a través de la física, genera implicaciones filosóficas que se extienden hasta el infinito: los océanos son un espejo. Esa superficie reflectante no sólo hace que cambien de color, sino que los hace impenetrables al ser humano. Cada uno tenemos nuestra propia descripción (todas, en general, igual de válidas), porque cada uno vemos un reflejo único, que depende de nuestro entorno y de nosotros mismos. Cuando miramos al océano, ¿lo estamos viendo realmente, o simplemente nos vemos a nosotros mismos?

Este escenario es exactamente el que plantea Stanislaw Lem, de forma magistral, en Solaris. Una novela en la que cada lector verá un tema central distinto, reflejo de su persona: ¿es una historia de terror psicológico, de amor, o un primer encuentro entre dos especies inteligentes? ¿O quizás trate la idea de que el ser humano es insignificante en comparación con el cosmos? ¿Puede que Lem quisiera enseñarnos a aceptar nuestras limitaciones como especie, o quería hacernos reflexionar sobre lo que nos convierte en humanos? Solaris (la novela), presenta un mundo alienígena que consigue orbitar entre dos estrellas, cubierto en su totalidad por un océano con vida propia, pero totalmente inescrutable. Un planeta que ha sido investigado durante décadas sin que el ser humano haya sido capaz de establecer la más mínima comunicación. Y es que Solaris (el planeta), al igual que nuestros océanos, es un espejo impenetrable. Cada científico que se acerca a su superficie, después de haber viajado a través de galaxias de distancia, se encuentra con el elemento más alienígena del universo: un reflejo de una parte de su persona. Y ese reflejo le fuerza a afrontar la tortura más temible de todas: aceptar que hay cosas que el ser humano no puede explicar. Puede que sea porque el hombre, ni sabe mirar más allá de sí mismo, ni puede, en las raras ocasiones en que es capaz de asomarse a su interior, entender lo poco que consigue ver.

This work is licensed under CC BY-NC 4.0

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *