Cuando empecé a escribir estas líneas, el último episodio de la primera temporada de The Last of Us llevaba un par de días disponible. Han sido un par de meses en los que cada lunes por la noche el ruido del día a día desaparecía y yo volvía a explorar ese maldito (y maravilloso al mismo tiempo) mundo postapocalíptico de la mano de Ellie, Joel, y el resto de esa panda de hijos de puta que consiguen que, en unos EE. UU. llenos de infectados, lo más peligroso sean las personas que se cruzan en tu camino. Creo no equivocarme cuando afirmo que todo el mundo conoce esa sensación de desamparo cuando termina un libro, videojuego o, como en este caso, una temporada de una serie de televisión que has disfrutado enormemente. Después de un largo viaje con esos personajes que se han hecho hueco en tu vida, la historia se detiene con un simple “OK” y un súbito fundido a negro, en principio hasta dentro de un par de años (si todo va bien).
Siempre he pensado que esa sensación de vacío se debe a que en toda obra artística se crea un vínculo entre el observador (ya sea lector, jugador, oyente o espectador) y los personajes de esta. Todos conocemos a un joven e ingenuo Frodo antes de ser el portador del anillo, y crecemos junto a él durante su viaje hasta el Monte del Destino. Cuando la historia toca a su fin, no es nada raro sentir la misma orfandad que siente Sam al descubrir que ya no viviremos nuevas aventuras con la Compañía del Anillo. Cuanto más te marca una obra, más grande se hace esa pérdida y más veces te sorprendes recordando ciertos momentos o pensando sobre algunos de los aspectos de la historia que extrañas. Esta sensación, además, suele ser más potente cuanto más tiempo has estado sumergido en la obra. En el caso de los libros, puedes pasar semanas o incluso meses navegando la historia, lo cual prácticamente brinda vida a sus personajes y hace que su pérdida se sienta muy real. Algo similar ocurre con los videojuegos ya que, si bien suelen ser experiencias más cortas, tú tomas el control de los protagonistas y creas un vínculo potentísimo con ellos. Si bien este enlace también es posible en las series, tengo la sensación de que se ha ido perdiendo en los últimos años con la práctica ya habitual de publicar temporadas al completo en lugar de un modelo de periodicidad semanal. Afortunadamente, HBO se mantiene firme en el paradigma clásico, que da espacio suficiente para reflexionar sobre lo que acabas de ver en vez de obnubilarte encadenando un capítulo tras otro.
Mientras preparaba el último episodio del podcast que dedicamos a la serie, intenté pensar en cuáles habían sido los temas que me hicieron conectar con la historia de Ellie y Joel durante la temporada. Está claro que una serie de infectados, por muy buena fotografía o banda sonora que tenga, no va a marcarte si no tiene cosas interesantes detrás. Si The Last of Us funciona tan bien es porque presenta un subtexto riquísimo: todos los personajes son multidimensionales, tienen un pasado que les ha marcado y una serie de motivaciones claras que generan multitud de conflictos tanto en la trama como en los propios espectadores. Por si queda algún despistado que no esté viendo venir el siguiente hecho, voy a dejarlo escrito claramente: a partir de este punto se vienen tremendos spoilers de la primera temporada.
En este proceso de reflexión, hay ciertas ideas que salen a la luz de manera muy evidente. Por ejemplo, la violencia y sus consecuencias es un tema recurrente a lo largo de los nueve episodios. La paternidad está también muy presente, y vemos durante todo el metraje distintos tipos de relaciones paternofiliales (Joel y Sarah, Joel y Ellie, Joel y Tommy, Ellie y su madre, Sam y Henry). Hay unos motivos que aparecen de forma periódica, como la importancia del amor (con la magnífica historia de Bill y Frank o la inclusión del DLC del juego, Left Behind), y otros quizás más sutiles, como la continua búsqueda de conexión de los seres humanos (Ellie con Joel, Joel y Tess, el Cordyceps extendiendo una especie de mente colmena con los infectados, etc.). Uno de los detalles que comenté en el podcast es que, si nos paramos a contar episodio a episodio, prácticamente en todos fallece (o su vida había estado en serio peligro) algún niño: Sarah en el primer capítulo, el desconocido que llega infectado a Boston al comienzo del segundo, Sam en el quinto, Riley en el séptimo, y Ellie en el octavo y el noveno. La cuestión aquí es que, al margen de ser un tema muy trágico, no es algo de lo que podamos sacar ninguna enseñanza más allá de que el mundo que nos presentan en la serie es tan cruel que destruye por igual a adultos y a niños, por muy inocentes que estos sean. Con el paso del tiempo caí en que quizás esa primera observación (puede que precipitada, ya que grabamos un par de días después de la emisión del último episodio) sobre la muerte infantil no era un tema en sí mismo, sino parte de otro más general: la pérdida.
La pérdida es una idea que se ha tratado de manera reiterada durante toda la temporada, bajo distintos prismas, con maneras de afrontarla muy diferentes, y presentando muchos de los efectos que puede generar en una persona. Si bien todo el mundo pierde, ni todos perdemos de la misma manera ni todos perdemos lo mismo. Es muy común decir que somos una suma de las experiencias que hemos vivido, pero me parece que nuestro yo también resulta de esas restas que sufrimos con el paso del tiempo: personas que desaparecen, aficiones que abandonamos, ciertas actitudes (como la inocencia), muchas de nuestras inquietudes, etc. Con el fin de estructurar un poco a la entrada, voy a ir en orden de emisión comentando las distintas apariciones (explícitas e implícitas) que he encontrado del tema, aunque algunas veces haré referencia a capítulos posteriores si las tramas están relacionadas. Además, voy a juntar los episodios cuatro y cinco en lo que llamo el arco de Sam y Henry.
I – Cuando te pierdes en la oscuridad
En esta apertura increíble (una de las mejores de los últimos años), creo que cabe destacar varios elementos interesantes. El primero que llama la atención es el propio título del episodio. Durante toda la temporada han utilizado los títulos para referencias la pérdida en varias ocasiones, pero este primer capítulo es la más explícita. Por una parte, “Cuando te pierdes en la oscuridad” ayuda a comprender al espectador cómo la civilización cae en un pozo sin fondo debido a la infección del Cordyceps, pero también proporciona un contexto muy importante al personaje de Joel. Su incapacidad de proteger a Sarah en el estallido de la pandemia (con ese plano sosteniéndola en sus brazos, ambos encañonados por un soldado) y la traumática experiencia de ver como esta se desangra a sus pies, totalmente impotente, redefinen por completo su persona. Este suceso se convierte en el centro de gravedad de la historia de Joel, y sus consecuencias acaban extendiéndose a lo largo de más de dos décadas. Tras un salto temporal de veinte años, descubrimos a un Joel muy distinto al padre que vimos al comienzo del capítulo. Volvemos a tener un plano con un niño en brazos, pero todo el amor que había por Sarah ha desaparecido, y Joel lanza el cadáver a una pira sin ni siquiera pestañear. No obstante, sí que parece haber una máxima que ha sobrevivido todo este tiempo: protege a los tuyos. Joel tiene una relación con Tess y su seguridad es una priodidad para él. Además, está preocupado por su hermano Tommy, y la necesidad que siente de encontrarlo es la única razón por la que decide emprender su misión con Ellie.

Y hablando de Ellie, si bien a estas alturas todavía no sabemos nada sobre su historia, sí que descubrimos rápidamente dos aspectos clave de su personalidad que serán desarrollados ampliamente a lo largo de la temporada. Primero, la muralla de defensa que ha levantado a base de réplicas hirientes cuando cualquier desconocido intenta relacionarse con ella, como podemos ver durante su breve cuarentena en el piso franco de los rebeldes. Segundo, la facilidad con que ella misma rompe esa barrera en cuanto se le presenta la mínima oportunidad de establecer una relación. Marlene sólo necesita una corta conversación en la que le explica su origen (o al menos eso entendí yo después de ver el capítulo nueve) para que Ellie establezca automáticamente una conexión con ella, y tenga muchísimas dudas de marcharse con Tess y Joel. Al final del episodio vemos como Joel es capaz de arriesgar su vida para salvar a Ellie (de nuevo, con un claro paralelismo con el momento en el que perdió a Sarah), y en ese instante se forja un vínculo entre ambos (a pesar de que a estas alturas ninguno de los dos sea consciente de ello).
Por último, me parece interesante añadir que en este primer capítulo existe una pareja más que, si bien puede haber pasado desapercibida, afronta la pérdida de una manera diferente. Me refiero a los Adler, la pareja de ancianos que viven al lado de Sarah y Joel. En los primeros compases de la introducción se nos presenta a una mujer en un estado prácticamente vegetativo: sorda, sin capacidades motoras y sin posibilidad de comunicarse con su marido o cualquier otra persona. Sin embargo, vemos cómo Mr. Adler intenta darle una vida lo más llevadera posible: pasan tiempo juntos, salen a la calle, intenta que socialice (insiste en que Sarah que le haga una visita), etc. Aunque aquí el lector puede estar pensando ahora mismo que estoy viendo fantasmas donde nos los hay, creo que esta información está puesta en la serie con cierta intención. Argumentalmente, la función de los vecinos es simplemente que Sarah (y nosotros los espectadores, que estamos viviendo la historia desde su punto de vista) se encuentre de frente con la infección, introduciendo lo peligrosos que son los infectados. Obviamente el contraste de ver a la mujer invalida acabando con su esposo y persiguiendo a Sarah a toda velocidad introduce información relevante (los infectados son agresivos, presentan más fuerza de lo normal, etc.), pero podrían haberlo introducido de mil maneras distintas: ¿por qué una anciana y no alguien de cualquier otra edad?, ¿por qué una pareja y no una persona que viva sola? Creo que todas estas preguntas tienen una respuesta, pero The Last of Us nos hizo esperar hasta el capítulo número tres, igual que voy a hacer yo con vosotros.

II – Infectados
En este episodio Joel vuelve a perder a un ser querido: su pareja romántica, Tess. Si bien la serie no nos ha mostrado mucho sobre su pasado (más adelante nos enteramos de que se conocieron cuando Tommy y Joel todavía estaban juntos, intentando sobrevivir al caos originado por el Cordyceps), en estos primeros dos capítulos vemos como Joel ama a Tess y se preocupa por su bienestar. Pese a que en este punto todavía tenemos poca información, queda bastante claro que Joel es un tipo a quien tener en cuenta, y que es capaz de llegar muy lejos cuando se trata de defender a los suyos (recordemos que el contrabandista está aterrorizado ante la posible reacción de Joel si se entera de que sus matones han golpeado a Tess). En el momento en el que Joel se da cuenta de que Tess ha sido infectada, su primera reacción no es tratar de escapar, sino permanecer a su lado y defenderse, pese a ser perfectamente consciente de que Tess está condenada y de que tres personas no tienen nada que hacer contra cientos de infectados. Aquí se nos presenta la triste realidad de Joel: cada persona importante en su vida (su mujer, Sarah, Tommy, y ahora Tess) le es arrebatada de manera cruel sin poder hacer nada. Esto explica mucho sobre su carácter huraño. Al igual que Ellie, Joel utiliza un mecanismo de defensa bastante simple: si nadie se acerca a mí, no estableceré relación ninguna, y no sufriré esa pérdida. Pese a que la táctica suele funcionar a la perfección, en este caso la última voluntad de Tess, que le pide que salve a Ellie, consigue que Joel se abra a otro ser humano una vez más.
III – Mucho, mucho tiempo
The Last of Us está llena de paralelismos que sirven para contrastar historias o puntos de vista, tanto visuales (esos planos de Joel con niños en brazos en situaciones muy diferentes) como argumentales, y la relación de Bill y Frank me parece, quizás, el más potente de todos. Como decía antes, esta historia está relacionada con la pareja de ancianos del primer episodio por medio de una yuxtaposición muy interesante. Por un lado, tenemos a Frank, que decide poner fin a su vida cuando ve que su cuerpo le impide valerse por sí mismo. Si bien esto se nos presenta como un drama (no conozco a nadie que no se emocionase con este episodio), Frank toma esta decisión en paz, feliz de haber conocido a Bill y tras disfrutar de su relación durante años. Esto contrasta totalmente con Mrs. Adler, que se encuentra en una condición de invalidez total, pero es mantenida con vida a base de cuidados intensivos por parte de su marido y una cuidadora. De hecho, se encuentra en un estado tan deteriorado que no puedo evitar preguntarme si realmente la voluntad de seguir viviendo es suya o de su familia. Puede que esté yendo muy lejos en base a pequeños detalles, pero en la breve escena que aparece la cuidadora, lo único que queda claro es que profesa una fe cristiana muy intransigente, lo cual cuadra perfectamente con estar en contra de la eutanasia. En cierto modo Bill actúa igual que Mr. Adler, cuidando a la persona que ama, pero acepta su decisión de poner punto final a su sufrimiento e incluso va un paso más allá, marchándose con Frank al darse cuenta de que este era quien ponía sentido a su vida. Aquí quizás empezamos a ver los dos grandes grupos de personajes de la historia. Unos beben mucho de los estoicos, y aceptan la vida tal y como es, encontrando la felicidad en los pequeños detalles, sin dar nada por sentado. Otros han caído en una perspectiva mucho más derrotista, incapaces de encontrarle el sentido al mundo en el que se han visto arrojados, sin muchas posibilidades de mejora.

En su carta de despedida, Bill se sincera con Joel y expresa que encontró su misión vital en proteger a Frank, al igual que ocurre con Joel y Tess. Esto es un golpe durísimo porque tiene tanto de verdad como de tragedia: Joel es un protector nato (primero con Tommy, luego con Sarah, Tess y ahora Ellie), pero todas estas misiones que Joel emprende han terminado en fracaso, y el final de Bill nos presenta una de sus posibles consecuencias: ser incapaz de sobrevivir a la pérdida de esos seres queridos que merecían ser protegidos y decidir quitarte la vida. Creo que este punto explica los actos de Joel al final de la temporada, y también rima con una de las historias más trágicas de la serie: el arco de Sam y Henry.
IV/V – Por favor, no me sueltes la mano / Resistir y sobrevivir
En esta parte de la historia podemos ver cómo la pérdida de un ser querido provoca dos efectos muy distintos en una persona. Por un lado, tenemos a Kathleen, al mando de la rebelión en contra de FEDRA, que perdió a su hermano (el anterior líder de la resistencia) a manos de Henry. Kathleen vive consumida en búsqueda de venganza, y es capaz de condenar a todo su grupo en pos de esta, obviando el incipiente peligro de que los infectados surjan del subsuelo. Esta espiral de violencia, en la que resulta muy fácil caer, pero de la cual es prácticamente imposible escapar, es un motivo recurrente durante la serie (toda la historia de Joel después de perder a Sarah, por ejemplo). Al igual que Joel sufre por la pérdida de Sarah, Kathleen siente que le arrebataron a su hermano injustamente por culpa de un miembro de la propia resistencia que lucha contra la opresión militar.

En el otro lado de la balanza se encuentra Henry, que fue capaz de condenar a una persona a la que admiraba para salvar a Sam de una muerte segura. Esta decisión le reconcome, e incluso acepta entregarse a cambio de que Kathleen le perdone la vida a Sam. Si bien Kathleen cae a manos de un chasqueador y todos logran escapar, Sam sucumbe a la infección del Cordyceps. En su última noche, Ellie y él mantienen una conversación llena de significado en la que descubrimos el mayor miedo de Ellie: perder a todas las personas que forman parte de su vida y terminar sola.
Después de acabar con un Sam totalmente transformado, Henry no puede procesar lo que acaba de ocurrir y se suicida. De nuevo, tenemos a una persona erigida como protector que es incapaz de continuar viviendo al fracasar en su cometido. Henry, Bill y Joel son personajes que comparten muchísimo, y de hecho sus historias son prácticamente paralelas salvo en su conclusión (o falta de esta en el caso de Joel). Los tres tienen una persona en sus vidas por la cual harían lo que sea, tienen un papel de mentor/cuidador y asumen la desgracia fortuita como un fracaso en su misión. Sin embargo, tal y como decía al principio de la entrada, no todos pierden de la misma manera. La muerte de Frank es voluntaria y llega después de una vida plena, mientras que Sarah y Sam son dos niños inocentes que mueren de manera cruel e injusta. Tanto Henry como Joel, en ese momento, se plantean la pregunta más importante de todas: ¿merece la pena seguir viviendo?, ¿hasta dónde me ha llevado esta violencia? Y los dos llegan a la misma conclusión: poner fin a su sufrimiento.
Antes de salir de este arco, un par de detalles más. El primero es cómo Ellie pierde un poco de su inocencia tras las muertes de Sam y Henry. Hasta este punto, hemos vivido la historia junto a una Ellie que ve el entorno a través de los ojos de un niño, siempre con una sonrisa en la cara, maravillada cada vez que descubre cualquier cosa nueva. A partir de este suceso, Ellie pasa a ser mucho más consciente de que el mundo en el que vive es un lugar peligroso y lleno de gente despiadada. El segundo es uno de los usos más interesantes de los títulos de los capítulos en toda la temporada. “Por favor, no me sueltes la mano” es una frase que un niño podría susurrarte cuando necesita consuelo o tiene miedo, pero también es algo que un adulto diría para evitar que el niño se separe en una multitud. “Resistir y sobrevivir”, además de ser el lema de los cómics favoritos de Sam y Ellie, es una profecía incumplida sobre el destino de Sam y Henry: ni Sam consiguió sobrevivir a la huida de Kansas, ni Henry fue capaz de resistir su pérdida.

VI – Familia
Hasta el momento todos los hombres de esta historia han seguido un patrón muy similar, pero en Tommy encontramos la otra cara de la moneda. Tommy también sufre la pérdida cuando estalla la infección (aunque no sea de una hija, también ve morir a su sobrina injustamente), y pasa las mismas penurias que Joel en su viaje hasta Boston. Una vez allí, se introduce en los Firefly y acaba distanciándose de Joel y Tess para terminar en una comuna en Jackson. Sin embargo, al contrario que Joel, en Tommy vemos una manera bastante más sana de soportar la pérdida: mirar hacia delante y no desistir en la búsqueda de la felicidad. Y ojo, esto no implica obviar el pasado, ya que la serie nos introduce claramente, a través de los ojos de Ellie, el pequeño homenaje a Sarah y al hijo de María en su sala de estar. Tommy y ella han encontrado la felicidad en su relación y en su comunidad, y no se cierran a tener hijos de nuevo aun siendo conscientes del mundo que les espera. Curiosamente, aquí también se puede hacer la lectura de que las personas son quienes hacen que tus heridas cicatricen, y Tommy abandona ese instinto natural de intentar ser un héroe para evolucionar, lo cual por una parte sorprende a Joel y nos da pistas a nosotros de hacia dónde se encamina su historia con Ellie.

En cuanto a Joel y Ellie, en este episodio vemos como la pérdida, y la manera de afrontarla de Joel, pueden destruir a una persona lentamente. Los distintos ataques de ansiedad / estrés post traumático de Joel cada vez que se ven envueltos en una situación que pone en peligro la vida de Ellie, o cuando cree ver a Sarah en Jackson, son un claro ejemplo de una herida que, del mismo modo que la infección de Cordyceps destruye poco a poco a sus víctimas, amenaza con destruir por completo a Joel. La situación es tan grave que este llega a suplicar a Tommy que le releve en su misión de llevar a Ellie con los Firefly en búsqueda de una cura. Cuando Ellie se entera de la situación, se derrumba al verse abandonada de nuevo en un mundo que no conoce y con un objetivo totalmente incierto (esa supuesta cura que tiene en su interior, pero que depende de unos Firefly cuya solvencia está claramente en entredicho). Afortunadamente, después de esta discusión Joel comienza un camino hacia su recuperación al aceptar que Ellie y él han formado un vínculo muy importante, y decide continuar su camino junto a ella hacia Colorado.
VII – Lo que dejamos atrás
“Lo que dejamos atrás” es una historia que no sólo explica quién es Ellie, sino también cómo ha desarrollado varias de las características principales de su personalidad. En un flashback a su etapa en la escuela militar de FEDRA conocemos a su gran primer amor, Riley, y en un episodio precioso (prácticamente empatado con “En nuestras horas más bajas” en mi top personal) se nos introduce la tremenda huella que esta dejó en su vida.
Me parece brillante como en poco menos de una hora Ellie experimenta la pérdida en múltiples ocasiones y de distintas maneras. En la primera escena en la escuela se nos presenta a una Ellie desamparada, ya que Riley se ha escapado de la escuela y lleva semanas sin noticias de ella. La trifulca con su compañera en el gimnasio sirve además para reforzar la idea de que Ellie suele afrontar los golpes de la vida a través de la ira, como veremos también más adelante. Cuando Ellie y Riley, ya reunidas de nuevo, pasan su última noche en el centro comercial, Ellie vuelve a experimentar un tipo distinto de pérdida, posiblemente más doloroso incluso que la simple desaparición. Durante todo el viaje por las azoteas y las tiendas del recinto vemos a una Ellie claramente enamorada de Riley, pero con serias dudas de si su amor es correspondido. El hecho de recuperar a Riley, pero al mismo tiempo ser incapaz de conectar de manera romántica, destroza a Ellie por dentro, haciendo que incluso quiera marcharse cuando asume (erróneamente) que Riley no corresponde sus sentimientos. Y eso no es todo, ya que esta historia tiene una facilidad enorme para darte un par de golpes en la entrepierna más cuando ya estás en el suelo: Ellie vuelve a perder a Riley al descubrir su misión con los Firefly. Llegados a este punto, Ellie ve a una Riley que no sólo no le ama, sino que se ha cambiado de bando incluso si ello conlleva asesinar a gente inocente. Y para seguir hurgando en la herida, cuando por fin conocemos que Riley también está enamorada de Ellie y le promete no irse con los Firefly, ambas son infectadas por el Cordyceps. Aquí Ellie aprende una valiosa lección de Riley. Al decidir permanecer juntas hasta el final, les quede el tiempo que les quede, Ellie interioriza la idea de que más vale haber conocido la felicidad y haberla perdido que no haberla experimentado nunca. No puedo evitar recordar la carta de Séneca a Helvia, donde este consuela a su madre de manera bellísima. Esta idea de vivir el momento y no dar por sentado lo que tenemos se graba a fuego en el carácter de Ellie y define su forma de ver el mundo de una manera totalmente distinta a la de Joel. Ellie sigue siempre hacia delante, sin olvidar lo que se ve obligada a dejar atrás, pero buscando ser feliz de nuevo, al igual que Tommy y María. Además, Ellie adopta una máxima adicional: no abandonar a los tuyos. Este suceso, si bien le acerca al grupo de personajes protectores formado por Joel, Bill y Henry y motiva su decisión de no abandonar a Joel después del apuñalamiento en la universidad, también nos introduce a una nueva generación que no tira la toalla cuando las cosas se tuercen.

VIII – En nuestras horas más bajas
Aunque el tema principal de “En nuestras horas más bajas” sea explorar los extremos a los que el ser humano puede llegar para sobrevivir, también tenemos varios momentos destacables relacionados con la pérdida. El grupo de David encapsula dos bastante evidentes. Por una parte, tenemos a una niña, de una edad similar a Ellie, que pide venganza por la muerte de su padre a manos de Joel. En otra situación más complicada se encuentran tanto David como James, el líder y su segundo al mando. David necesita asegurar la supervivencia de su grupo, ya que de no conseguirlo perderá su autoridad (y los repugnantes beneficios que esta le reporta). James también ve su posición comprometida, inicialmente cuando surgen dudas sobre su lealtad, y más adelante cuando Ellie entra en escena y David intenta que se incorpore al grupo. A pesar de que al principio pensé que James trata de evitar que Ellie acabe en su grupo de manera compasiva (no quiere que otra niña termine comiendo personas) existe una lectura distinta que también me parece factible, y es que James esté al corriente de la obsesión de David con Ellie, e intente evitar que esta le quite su puesto de mano derecha del líder. Sea como fuere, James primero intenta razonar con David y, cuando ve que no funciona, está a un paso de matar a Ellie a sangre fría para lograr su objetivo.

En cuanto a Ellie, vemos a una persona que no sólo se mantiene al lado de Joel, sino que es capaz de poner su vida en peligro para garantizar su seguridad. Ni siquiera cuando David intenta manipularla ofreciéndole ser una persona importante en su grupo vemos un atisbo de duda hacia Joel, y de hecho descarta inmediatamente la idea que le sugiere David de que todo irá bien si ella se mantiene con él y Joel simplemente les deja en paz. Cuando finalmente Joel se recupera y Ellie ya no está a su lado, vemos cómo los viejos fantasmas del fracaso se apoderan de él y le hacen entrar en un estado de frenesí con el único objetivo de localizar a la que por fin reconoce como parte fundamental de su vida.
IX – Busca la luz
Llegamos al final del viaje, y todos somos conscientes de ello. Nada más comenzar el capítulo llama mucho la atención la actitud de Joel, muy dicharachero con una Ellie a la que ya considera su hija. En un intento de evitar separarse de ella, Joel le plantea la posibilidad de abandonar su misión y volver con Tommy y María, aún a sabiendas de que esta decisión condenaría a la humanidad. Aquí Ellie sube un escalón más en su papel de protectora, exponiendo que toda la violencia que han vivido a lo largo del camino no puede haber sido en vano. Ellie antepone el bien común a su bienestar personal: en vez de retirarse a una vida feliz junto a Joel, con quien comparte un vínculo fortísimo, decide tomar el camino incierto de luchar por la supervivencia de la humanidad.
Justo después de esta conversación la serie nos da un fragmento crucial de información para entender tanto al personaje de Joel como los actos que va a cometer en el episodio: la pérdida a Sarah le arrebató el sentido de vivir, y sólo un titubeo evitó que se quitara la vida. Joel arrastra una lista interminable de problemas a raíz de este suceso, y hemos visto durante la temporada cómo vive al filo del abismo. En ese momento de sinceridad total en el que le confiesa a Ellie el intento de suicidio, comprendemos que rehacer su vida junto a Ellie es la única salida que le queda a Joel, y perderla sería un golpe fatal.

Esto explica la reacción de Joel cuando Marlene le cuenta sus planes. Ya sea de manera consciente o inconsciente, Joel actúa del único modo que garantiza su supervivencia: “rescatar” a Ellie y evitar su muerte por medio de una masacre en la que asesina a sangre fría a rebeldes e inocentes desarmados por igual. Ni siquiera Ellie, cuando le pregunta sobre lo ocurrido y le pide abiertamente que se sincere, es capaz de hacerle cambiar de opinión. Es difícil no acordarme de uno de los mejores relatos cortos que he leído, Quienes se marchan de Omelas, de Úrsula K. Le Guin. Le Guin introduce de manera maravillosa, y en cuestión de unas treinta páginas, una sociedad utópica construida sobre el pilar del sufrimiento de un niño, y cómo la mayoría de los ciudadanos asumen esta injusticia en favor del bien común. Si bien Joel no me parece uno de los que abandonan Omelas (más bien toma una decisión egoísta, quizás de manera inconsciente, pero egoísta a fin de cuentas), esa idea de construir el bien común alrededor del sufrimiento de una minoría (la muerte de Ellie en este caso) sí que aparece en las dos obras, y The Last of Us nos plantea una pregunta muy clara: ¿serías capaz de sacrificar a un ser querido para salvar a la raza humana?
Puede que formular ese tipo de cuestiones sea el motivo por el cual esta historia ha sido capaz de crear un vínculo con tanta gente: cuando te sorprendes haciendo introspección sobre temas tan personales como la pérdida, el suicidio, el amor o el sacrificio, es imposible no revolverte por dentro y aceptar que la obra te ha marcado, convirtiéndote en alguien nuevo. Y eso es inolvidable.
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